Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1869-1871 (Cortes Constituyentes de 1869 a 1871)
Sesión: 30 de abril de 1870
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Vinader y al Sr. Figueras
Número y páginas del Diario de Sesiones: 270, 7.588, 7.589
Tema: Internación en Francia de los españoles

El Sr. Ministro de ESTADO (Sagasta): Ya ven los Señores Diputados por la misma relación que acaba de exponer aquí el Sr. Figueras, que la cosa no era tan inocente como nos la quería presentar aquí el Sr. Vinader.

Se trataba de un abogado que, según el Sr. Vinader no se había metido en nada ni con nadie; que era un abogado oscuro que vivía en un rincón de una provincia y que no era hombre político; y ahora resulta que no es así, sino que es el presidente de un comité carlista, un manchego que va a Suiza a tener conferencias con el titulado Carlos VII, que va a conspirar y a ver si puede aIterar el orden público; y luego ese manchego o ese gallego tan pobrecito, como supone el Sr. Vinader, para volver a la Mancha, se viene, después de haber hablado con su amo y señor, por el camino directo de Perpiñán, Gerona, Barcelona y Tarragona. (Un Sr. Diputado: Por odas partes se va a Roma.) Ya sé yo que por todas partes se va a Roma, y también que para volver a la Mancha Suiza se puede tomar el camino por Perpiñán y Cataluña, pasando antes por Montpeller para hablar el titulado Carlos VII. Pero, en fin, la cosa, como ven los Sres. Diputados, no es tan inocente y puede haber lugar al error que ha cometido el cónsul, porque cualquiera está expuesto a padecer equivocaciones; tal vez yo mismo la hubiera padecido, y yo, que soy su jefe, no lo puedo reprender por una equivocación que cualquiera puede cometer, y que yo, siendo su jefe, acaso hubiera cometido. De consiguiente, pongamos las cosas en su verdadero punto de vista y no exageremos.

Yo he dicho que las autoridades francesas no han podido impedir el paso de la frontera a todo español que va a Francia a negocios o por recreo, con tal que no haya tomado parte en la conspiración que hay allí constantemente contra la situación que atravesamos en España. Y eso que he dicho, no ha quedado rebatido por el hecho singular y particular de que nos ha hablado el Sr. Figueras (El Sr. Fiqueras pide la palabra), porque al fin se trata de una persona presidente de un comité carlista, que ha ido a conferenciar con su jefe el titulado Carlos VII y con ciertas juntas en las cuales se trata del modo de subvertir el orden en España (El Sr. Ochoa pide la palabra); y se trata de una persona que va a tomar las órdenes y a recibir instrucciones de ese titulado Carlos VII que es el jefe de la conspiración, cuya persona, para decir la comisión que trae de ese titulado Carlos VII; para comunicar la misión que recibe de esa junta hostil a las instituciones de España: de esa junta conspiradora; de esa junta directiva de la conspiración en España; en lugar de volverse a su país, en lugar de venir a La Mancha por el camino recto, viene antes por Montpeller y luego pasa por Perpiñán, Gerona, Barcelona y Tarragona, sin duda para dar las pruebas de cariño que Carlos VII le entregaría para algunos de sus amigos.

Por consiguiente, es posible que ese señor abogado oscuro, y Diputado, que dicen ha sido, pues como no han dicho su nombre yo no sé quién es; es posible que ese señor abogado oscuro en Suiza, haya opinado de distinto modo que sus amigos y haya tratado de convencer a su amo y señor el titulado Carlos VII de la conveniencia de emprender otro camino para optar a la Corona de España; de la conveniencia de seguir los caminos legales, y que haya protestado contra el acuerdo de la junta y contra las intenciones de su amo y señor: y que no cansado de viajar, a pesar de que para un manchego, para un abogado oscuro de un pueblo es un viaje un poco largo el ir a Suiza, diera la vuelta por Perpiñán, Gerona, Barcelona y Tarragona, pasando antes por Montpeller para tener el gusto de saludar a su amo y señor el titulado Carlos VII. Esto es posible; pero comprenden también los Sres. Diputados la posibilidad de una equivocación en el cónsul, representante nuestro en aquel país, a quien tengo encargada la más exquisita vigilancia, como a todos los demás, a los cuales he dicho: "en caso de duda, a las autoridades francesas." No tiene, pues, nada de particular que el cónsul se equivocara y creyera que no era tan pacífico ese sujeto como decía el Sr. Vinader y supone el señor Figueras. Por lo demás, yo nada tengo que añadir, sino que el Sr. Figueras está conforme con lo que yo he manifestado, fuera de algunos pequeños detalles que no tienen importancia.

Pero convenga el Sr. Figueras en que el cónsul ha podido muy bien equivocarse, atendida la procedencia de la persona, que venía del punto de donde venía, y con condiciones tales, que daban a entender que no se trataba de un abogado oscuro de una provincia; y si ha sido natural la equivocación, hay que dispensarlo al cónsul, porque si no otra vez por miedo a la reprensión que yo pueda dirigirle ahora, puede equivocarse en otro sentido, y [7588] yo, francamente, quiero más que se equivoque en ese sentido que no en el contrario.

Por lo demás, esté tranquilo el Sr. Vinader: yo no doy importancia a los carlistas, maldita la importancia que le doy: ya sabe S. S. que siempre les he tratado con desdén es más: yo no he querido muchas veces combatir con S. SS. por la sencilla razón de que no me gusta luchar con el vacío.

No es verdad que se hayan internado en Perpiñán personajes carlistas: si S.S. lo ha leído, no sé dónde, ni qué periódico habrá sido: buen provecho lo haga a S.S. pero yo nada tengo que ver con lo que dicen los periódicos ni con lo que se dice en otras partes. Pero de todos modos, si se ha internado a algunos personajes carlistas a quienes se da mucha importancia, y a los que yo no doy ninguna, ha sido por bien de ellos mismos, y por los incautos a quienes seducen, y luego les cuesta la vida; que lo que es por mí, tan poco cuidado me dan, que quisiera se los abriesen las fronteras.

¡Pues a buena parte viene S.S. ¡Pues si las primeras instrucciones que di fueron que si se presentaba Carlos VII en la frontera no se metieran con él y le dejaran atravesar la frontera! Aquí verá S. S. qué importancia doy yo a los carlistas, ni a su jefe, ni a los cabecillas, ni a la cabeza gorda, como oigo decir por aquí.

Por consiguiente, tranquilícese S.S.: yo no doy importancia ninguna a los carlistas; no temo que puedan hacer nada contra las instituciones que nos rigen; pero es deber de todo Gobierno el impedir que los motores de ciertos sucesos lleguen a seducir a varios fanáticos e incautos, que dejándose llevar de las promesas que les hacen y de las esperanzas que les dan, exponen su vida luchando con la fuerza armada, o se ven sometidos a la acción de los tribunales. Quede, pues, sentado que las autoridades francesas han cumplido con su deber, que el cónsul ha cumplido también con el suyo, y lejos de dirigirle una represión, le diré que continúe en esa exquisita vigilancia.



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